lunes, 7 de febrero de 2022

Houm Souk - Isla de Djerba

Jueves, 19 de julio   Primer día de relax y vacaciones.

La fortaleza del os españoles
Las balas de los cañones

  Un taxi nos llevó desde nuestro hotel a Houm Souk. Nos dejó en una gran explanada cerca de la orilla del mar, junto a la Fortaleza de los Españoles, un autentico castillo construido para defender la ciudad contra los ataques de los turcos, quienes finalmente conquistaron la ciudad y echaron a los españoles de allí. Están restaurándolo pero pudimos visitar algunas salas y ver las balas de piedra allí almacenadas.

El castillo era interesante y las vistas hacia la bahía eran muy bonitas, el mar estaba totalmente en calma, se veían algunos barquitos de pesca a lo lejos. El calor era tolerable y el paseo fue agradable.

El expositor de la ropa

Cuando salimos de la Fortaleza paseamos tranquilamente por el mercadillo situado en la explanada donde nos había dejado el taxi.  Era un mercadillo autentico y local, no para turistas. Algunos comerciantes habían colocado su mercancía en el suelo y otros exponían la ropa colgada de los árboles. también había también tenderetes y puestos de especias, ropa, cerámica, comida, música y toda clase de cacharros y útiles de cocina. Todo era muy barato y muy popular. 

Pasamos el resto de la mañana en la ciudad. Ya hacía muchísimo calor y yo sudaba todo el rato, pero era más tolerable por las callejuelas del zoco donde dimos vueltas y vueltas como si fuera un laberinto; pasábamos una y otra vez por las mismas callejas, esquinas y tiendas. En un cafetín encantador nos sentamos un rato bajo las adelfas y los arboles en un rincón fresco entre turistas y locales a tomar un zumo de naranja recién exprimida. Allí recuperamos fuerzas para seguir con el paseo, las fotos y las compras.

Esto de las compras lo lleva Pedro que es quien sabe regatear. Compramos una pulsera de plata labrada y un collar de lapislázuli en una joyería judía. El hombre nos pidió 200 dinares al principio y finalmente pagamos 130. Al final no sabes quién se queda con quién, como siempre. 

También compramos una tela grande blanca, una especie de lienzo con cintas de colores cosidas en el borde a modo de cenefa, que son las telas que usan todas las mujeres de Djerba para envolver su cuerpo cuando salen a la calle y también las usan como tapetes de mesas y muebles. Las hay por todos sitios y son alegres y preciosas, yo ahora la uso para ir a la playa.

Yo hacía fotos todo el tiempo de todo lo que veía a mi alrededor, todo me encantaba y me llamaba la atención y me lo quería llevar en mis recuerdos y en mi corazón. 


Fotografiaba las esquinas, las ventanas, los rincones, los puestos del mercado de Houm Souk. Me parecían preciosas las casas pensiones, una especie de fonda donde todas las habitaciones se distribuyen alrededor de un patio central en la planta baja y con una galería corrida en la primera planta, como las corralas de vecinos, o las ventas antiguas.

  La mayoría de estas fondas se han reconvertido en hotelitos y en una de ellas estaba el Albergue Juvenil. Pintadas de blanco con las ventanas y puertas en el color azul típico de Túnez, con adelfas rosas y blancas plantas en las macetas del patio, eran tan fotogénicas que no podía parar de hacerles fotos.

Para volver al hotel cogimos un taxi de nuevo. Fue fantástico no tener que regatear, ¡nos cobró justo lo que marcaba el taxímetro!




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