domingo, 23 de mayo de 2021

Puentes metálicos en la Vega de Granada

Puente del tranvía en Láchar
Hace poco leí un artículo sobre los puentes metálicos que aun se pueden ver en la provincia de Granada, antiguos puentes de la linea ferroviaria que son auténticos monumentos de hierro: el puente del Hacho, el de Dúrcal y el de Gor.  
 
Puente misterioso sobre el río Frailes
Yo conozco otros dos puentes metálicos, mas pequeños, pero no menos atractivos que no se mencionan en ese articulo. Uno está en Láchar, y era el puente del tranvía sobre río Genil.
El otro puente estaba escondido en las choperas de la Vega. Ya no está.
¿Queréis saber su historia'
Seguidme en esta ruta que hice con mi bicicleta hace ya muchos años. Para que nos perdáis os añado el mapa, el perfil y las fotos.

RUTA CICLISTA POR LA VEGA - 11 de Agosto de 2004

Ruta por la Vega- realizada el día 11 de agosto de 2004

Datos de la excursión

distancia: 63 Kilómetros 

desnivel  acumulado: 636m

duración: 3h 49m

    Salimos de Albolote  en dirección a Atarfe. Antes de llega a Atarfe, cerca del Instituto de Secundaria, tomamos la vía de circunvalación hasta la carretera de Córdoba por donde pedaleamos solo unos cientos de metros con muchísimo cuidado porque el tráfico en esa zona es siempre muy peligroso.  Dejamos la carretera en el cruce hacia Santa Fe. Cruzamos las vías del tren junto a la estación de Atarfe y seguimos entre los cultivos,  campos y  choperas de la Vega hasta llegar al río Genil.

    En el puente sobre el Genil dejamos el asfalto y cogimos la pista de tierra que acompaña al río  desde Granada hasta cerca de Láchar aunque nosotros hoy abandonamos la pista cerca de Fuente Vaqueros.

     Había olvidado - como siempre- lo agradables que son estas excursiones de verano. Pedaleábamos junto a los cañizos del río, bajo los chopos y el sol se colaba por las hojas que nos protegían de su fuerza, además el camino iba en una suave cuesta abajo que lo hacía aun más agradable.

    Atravesamos  el pueblo de Fuente Vaqueros muy tranquilo en esta calurosa mañana de agosto y salimos en dirección a Valderrubio por la carretera que hay junto al parque dedicado al poeta.

    A un kilómetro de la salida del pueblo, pasada la Casa Real,  paramos a descansar junto a un campo de perales en la bajada del puente sobre el río Frailes, o Velillos, que por ambos nombres se le conoce. 

 

Cruzamos la carretera y nos desviamos por un pequeño camino entre las alamedas. De pronto apareció ante nosotros un estrecho puente metálico que nunca antes habíamos visto y que nunca más volvimos a ver porque se lo llevó por delante una riada unos meses más tarde. Un campesino lo cruzaba en su motillo mientras yo hacía fotos del puente y del vado.

    Ahora que vuelvo a ver  las fotos de este día me parece que vimos una aparición. Es curioso porque conocíamos bien el terreno, solíamos ir con frecuencia por esos caminos y no era la primera vez que curioseábamos por los senderos de los hortelanos en las alamedas, pero ese puente era algo nuevo para nosotros.

En otra ocasión también nos metimos con las bicis por las alamedas de la Vega para llegar a la Junta de los Ríos, el lugar donde el río Frailes desemboca en el río Genil. Un poco antes la Junta vimos un pequeño claro en la ribera con una fuente de agua buena, como dicen por aquí - agua buena de beber. Era la Fuente del Poeta. Alguien había colocado unos carteles con información sobre esta Ruta Lorquiana antes incluso de que Ian Gibson apareciera por allí.  Al poco tiempo desaparecieron la fuente y el cartel, como desapareció el puentecillo de lata y casi desapareció la Vega.

Hoy seguimos nuestro camino por la carretera entre maizales y campos de frutales y cruzamos el pueblo de Valderrubio.   

    Ya casi al final de la Vega, por campos secos y amarillos, cruzamos en un suspiro la pequeña pedanía de Escóznar. y unos kilómetros más allá pasamos también rápidamente por  la pedanía de Obeílar, la antigua estación de Íllora. Cruzamos este poblado tan rápidamente que no me dio tiempo a disfrutar de sus hermosas casas inglesas, ni a ver a lo lejos la casa señorial del Duque de Wellington. Nuestro destino era Íllora y aun nos quedaban muchos kilómetros por delante.

   

La subida a Íllora siempre es dura y hoy lo era más aún porque había mucho tráfico. Todos estos pueblos de la Vega baja y alta recobran la vida en verano, cuando vuelven los emigrantes para las fiestas locales y hoy parecía que estaban preparando las de Íllora y el camino se hizo casi peligroso.  A la salida del pueblo pasamos junto al campo de futbol  y los movimientos de camiones, coches y gente nos confirmaron que efectivamente  las fiestas de la Virgen de Agosto empezaban al día siguiente.

    La carretera que nos llevaba  desde Íllora a la nacional 340, la de Córdoba, era estrecha y parecía más un tobogán que otra cosa. Era un tramo realmente rompe piernas con continuas subidas y bajadas. Pasamos junto a pequeños cortijos arreglados recientemente, uno de ellos era de Mari, la chica que tiene la frutería en mi barrio, y en otros dos cortijillos allí cerca recién encalados ondeaba la Union Jack y había coches con matrícula GB aparcados en la cuneta. Parece que la invasión inglesa ya ha llegado a este rincón de Andalucía.

  

 Una última y fuerte subida y ya estábamos en la carretera nacional  por la que solo circulamos unos cientos de metros. Enseguida la dejamos para ir a Tiena.  

     Esta parte del camino siempre me encanta porque es una bajada por una gran recta con visibilidad que me permitía poner la bicicleta al máximo aunque tenía la precaución de apretar fuertemente el manillar porque el piso era bastante irregular. Pedaleábamos  por un mar de olivos plantados en las laderas a ambos lados del camino.

    

   Paramos en la fuente de Tiena para descansar, refrescarnos y llenar los botes de agua.  Allí también había una fiesta. Un grupo de  gente del INFOCA y de la Junta de Andalucía presentaban a los niños del pueblo  una campaña de prevención de fuegos en el monte. Había músicos,  titiriteros y árboles de cartón que hablaban, cantaban y bailaban. Diez o doce hombres  sentados en el poyete de la placeta los miraban sin hacer un solo gesto de sorpresa ni de interés.

    Yo estaba encantada y les hacia fotos sin parar. 

 

Volvimos para casa por el camino de Caparacena. Una última parada en el camino a casa en un precioso campo de girasoles. ¿Quien se puede resistir los girasoles?

Fue una maravillosa ruta por la Vega. 

Aquí está el perfil :

Perfil de la ruta


 

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