martes, 8 de febrero de 2022

Comienza esta aventura a Túnez

16-Julio-2007 -¡Empieza la aventura!
Por la A-92, camino de Sevilla

Hicimos buen viaje desde casa hasta Sevilla por la A-92 a pesar del tremendo calor de la campiña sevillana por esos pueblos llanos y amarillos que antes cruzaba la carretera nacional y que ahora se quedan lejos de nosotros: Estepa, Osuna, La Roda, El Arahal.

 Vinimos rápido y como salimos con tiempo ‘por si acaso’ llegamos muy pronto. Así que ya nos dio tiempo a recorrer todo el aeropuerto: tiendas, aseos, restaurante, cafetería, comercios, quioscos. Hemos visto que han abierto nuevas tiendas y han arreglado la zona de embarque desde la última vez que estuvimos aquí, cuando vinimos a recoger a Ara que venía de París en Navidad hace tres años. A pesar de los cambios sigue siendo un aeropuerto bastante chungo, está sucio, mal cuidado y como hecho a trompicones y eso que lo diseñó Rafael Moneo y lo hicieron nuevo para la EXPO92.

El embarque y el vuelo fueron puntuales y aunque todo transcurrió según el horario previsto, fue un día muy largo. Llegamos  al aeropuerto de Monastir Habib Bourguiba a las 11.20 de la noche. Un autobús recogió nuestro grupo para llevarnos al Hotel Occidental Monastir que estaba justo enfrente del aeropuerto.

Hotel Occidental Monastir

 Cuando llegamos ya eran las doce; nos dieron una ligera cena fría de restos y nos asignaron la habitación, un proceso siempre largo y pesado cuando se viaja con un grupo de turistas. Hasta la una de la madrugada no nos fuimos a la cama a dormir.Solo unas horas de sueño porque teníamos que madrugar. 

No me importó estar en el hotel tan poco tiempo; el hotel no se merecía más: era feo, descuidado y decadente.  Si la cena había sido mala, el desayuno no fue mejor. Como nos levantamos a las seis, aun no estaba preparado y solo tomamos un café y unas galletas y nos dispusimos a vivir otro largo día.

lunes, 7 de febrero de 2022

Houm Souk - Isla de Djerba

Jueves, 19 de julio   Primer día de relax y vacaciones.

La fortaleza del os españoles
Las balas de los cañones

  Un taxi nos llevó desde nuestro hotel a Houm Souk. Nos dejó en una gran explanada cerca de la orilla del mar, junto a la Fortaleza de los Españoles, un autentico castillo construido para defender la ciudad contra los ataques de los turcos, quienes finalmente conquistaron la ciudad y echaron a los españoles de allí. Están restaurándolo pero pudimos visitar algunas salas y ver las balas de piedra allí almacenadas.

El castillo era interesante y las vistas hacia la bahía eran muy bonitas, el mar estaba totalmente en calma, se veían algunos barquitos de pesca a lo lejos. El calor era tolerable y el paseo fue agradable.

El expositor de la ropa

Cuando salimos de la Fortaleza paseamos tranquilamente por el mercadillo situado en la explanada donde nos había dejado el taxi.  Era un mercadillo autentico y local, no para turistas. Algunos comerciantes habían colocado su mercancía en el suelo y otros exponían la ropa colgada de los árboles. también había también tenderetes y puestos de especias, ropa, cerámica, comida, música y toda clase de cacharros y útiles de cocina. Todo era muy barato y muy popular. 

Pasamos el resto de la mañana en la ciudad. Ya hacía muchísimo calor y yo sudaba todo el rato, pero era más tolerable por las callejuelas del zoco donde dimos vueltas y vueltas como si fuera un laberinto; pasábamos una y otra vez por las mismas callejas, esquinas y tiendas. En un cafetín encantador nos sentamos un rato bajo las adelfas y los arboles en un rincón fresco entre turistas y locales a tomar un zumo de naranja recién exprimida. Allí recuperamos fuerzas para seguir con el paseo, las fotos y las compras.

Esto de las compras lo lleva Pedro que es quien sabe regatear. Compramos una pulsera de plata labrada y un collar de lapislázuli en una joyería judía. El hombre nos pidió 200 dinares al principio y finalmente pagamos 130. Al final no sabes quién se queda con quién, como siempre. 

También compramos una tela grande blanca, una especie de lienzo con cintas de colores cosidas en el borde a modo de cenefa, que son las telas que usan todas las mujeres de Djerba para envolver su cuerpo cuando salen a la calle y también las usan como tapetes de mesas y muebles. Las hay por todos sitios y son alegres y preciosas, yo ahora la uso para ir a la playa.

Yo hacía fotos todo el tiempo de todo lo que veía a mi alrededor, todo me encantaba y me llamaba la atención y me lo quería llevar en mis recuerdos y en mi corazón. 


Fotografiaba las esquinas, las ventanas, los rincones, los puestos del mercado de Houm Souk. Me parecían preciosas las casas pensiones, una especie de fonda donde todas las habitaciones se distribuyen alrededor de un patio central en la planta baja y con una galería corrida en la primera planta, como las corralas de vecinos, o las ventas antiguas.

  La mayoría de estas fondas se han reconvertido en hotelitos y en una de ellas estaba el Albergue Juvenil. Pintadas de blanco con las ventanas y puertas en el color azul típico de Túnez, con adelfas rosas y blancas plantas en las macetas del patio, eran tan fotogénicas que no podía parar de hacerles fotos.

Para volver al hotel cogimos un taxi de nuevo. Fue fantástico no tener que regatear, ¡nos cobró justo lo que marcaba el taxímetro!




Prohibido parar - como en la bici

Túnez - Viernes 20 de julio - Una larga y maravillosa jornada de turismo

Cuando salimos del hotel con nuestro grupo, a las 5.30 de la mañana, aun era noche cerrada y nos amaneció mientras esperábamos la salida del transbordador que nos sacaría de la isla de Djerba.

 Eran las siete de la mañana y fue maravilloso disfrutar de la luz del sol saliente que se reflejaba en el agua del puerto entre los barcos de los pescadores.

Un chaval acariciaba un camaleón y lo dejaba posar para que los turistas le hiciéramos fotos. Yo me asomé por las ventanas con celosía de la parada del puerto y vi las pequeñas barcas de pesca volver a puerto tranquilamente sobre un mar de color rosa. Fue el único momento fresco natural de todo un largo día.

Tomamos el ferry para llegar a tierra firme. Refugiados en el frescor del aire acondicionado y adpatados a nuestro papel de turistas, estabamos preparados para que nuestro guia nos llevara a donde él decidiera, aunque fuera al mismísimo desierto. Eso fue lo que hizo.

Primera paradaMatmata.  Visitamos la viviendas trogloditas excavadas en la roca. Lo curioso es que no estaban excavadas en paredes, como las que hay en el Sacromonte o en Guadix; estas viviendas de Matmata están excavadas en el suelo, son subterráneas y se abren a un gran pozo vertical a donde dan las puertas de las otras cuevas. 

 Nosotros visitamos una de estas casas-cueva que tenía  el aspecto de haber sido diseñada especialmente para las visitas turísticas, pero mantenía el encanto de estas construcciones.  Un hombre y una mujer mayores con la vestimenta típica de la zona nos enseñaban su casa y sus rincones: la cocina, el dormitorio, las alacenas, las cortinas que separaban las habitaciones. La mujer preparó unos panes en un horno colocado en el exterior de la cueva y nos los ofreció calientes para mojar en un cuenco con aceite al terminar la visita. Nos vendió unos pequeños tapices por diez dinares que se suponía que los hacía ella misma, pero los hay a miles en cualquier zoco. A pesar de estos pequeños ‘montajes’ a mí me gustó mucho esta visita.
Me gustó la casa, el camello atado a la puerta para hacernos las fotos, el horno antiguo, un váter letrina en lo alto de unas piedras. Todos hicimos fotos y nos reímos y regresamos al aire acondicionado del autobús.

En un blog de viajes, Un Mundo Interminable encontré esta información sobre la casa de los padres adoptivos de Luke Skywalker:   El interior de la casa está rodado en Matmata, en lo que antiguamente fueron viviendas bajo tierra para los bereberes que excavaban la arena arcillosa buscando temperaturas más agradables y constantes. Hoy en día es un hotel troglodita, Sidi Driss. Este hotel dispone de 5 patios y uno de ellos, el  patio Star Wars, es el que se utilizó para escenificar el comedor, la cocina y el patio de los Lars, los padres adoptivos de Luke Skywalker. 

Camino de Douz - casi desierto

 El camino desértico recordaba al principio a la zona de Guadix y la Hoya de Baza.  Cuando el paisaje se volvía cada vez más seco y con muy poca vegetación recordaba al desierto de Tabernas por la carretera de Almería, pero finalmente en Douz por fin llegamos al autentico desierto de arena.

La Mezquita del Barbero en Kairuán

Diario de Viaje - 22 de Julio de 2007 - Estamos en Kairuán (القيروان, al-qayrawān)  Una de nuestras vistas de este día fue la Mezquita del Barbero, conocida también como el Mausoleo de Sidi Sahab .

Puerta de la Mezquita

Esta Mezquita consiste de varios edificios y  patios unidos  por galerías y habitaciones decoradas de arriba a abajo con azulejos y mosaicos llenos de color y con yeserías que llegan hasta el techo y que recuerdan a las de la  Alhambra.

Yeserías como las de la Alhambra

Azulejos

Los azulejos me resultaban familiares - ¿sevillanos? ¿portugueses?, ¿cómo los de la casa de mi abuela?  No lo sé, pero yo los fotografié como si para mí fueran totalmente novedosos. 

Los turistas

Es que no podía parar de hacer fotos de tantos hermosos detalles, de tanta gente que paseaba por las galerías, o charlaba con un amigo, o permanecía tranquila, junto a una puerta viendo pasar el tiempo. 

No quiero molestar

Eso fue lo que mas me gustó de esta visita:  la gente del lugar. Ellos nos ignoraban a los turistas y seguían con sus vida a lo suyo.

Un consejo de amigo

Un hombre ofrecía hierbabuena o menta para el té. También vimos a los guardianes del morabito y a los peregrinos. 
 Había mucha vida allí dentro, más que en la Gran Mezquita.
La verdad es que me encantó este Mausoleo de Sidi Sahab, esta curiosa Mezquita del Barbero, del amigo de Mahoma, Sidi Sahab, el que guardaba tres pelos del la barba del profeta.

Uno de los patios
Decoración por todos lados
Después de esta visita nos llevaron a ver la fabrica de tapices y alfombras. Entonces pensé que era solo una visita para los turistas, pero ahora que recuerdo las mezquitas que vimos sé que para los tunecinos las alfombras son casi la pieza mas importante del mobiliario de una casa. Por eso esta visita, para mi prescindible, para ellos era tan esencial. 

Aunque el taller estaba cerca de la Mezquita del Barbero, nos llevaron en autobús para poder soportar el calor de la tarde. 

Allí pasamos un par de horas que a mi me parecieron larguísimas. El encargado nos explicaba que podíamos pagar las alfombras en dinares, en euros, en dólares, en efectivo, con VISA o contra rembolso y que las podíamos llevar con nosotros o que ellos nos las mandaban a casa. Todo eran facilidades. 

Este es un telar de bajo lizo

Las mujeres tejían las alfombras con nudos en un telar de alto lizo con una paciencia infinita. 

Nos dieron un horrible té aguado y tibio y nos enseñaron miles de alfombras de todos los colores, dibujos y tamaños posibles. Un trabajador abría las alfombras dobladas o enrolladas y el encargado del marketing nos hacía el articulo, una y otra vez. Eran hermosas, estaban muy bien hechas, podrían decorar cualquier habitación de una casa; las había pequeñas, medianas, grandes y enormes. No había problema --Nosotros las enviamos a su casa, a su país y les aseguramos que llegaran en perfectas condiciones --, nos repetían una y otra vez. 

Algunos tapices
Pero al final acabé tan mareada con las explicaciones, el calor, el cansancio y tanta oferta que estuvimos a punto de comprar una gran alfombra para nuestra casa aunque esa no era ni mucho menos nuestra intención.  

 Aunque teníamos aire acondicionado, el calor seguía siendo tremendo y lo fue aun más cuando dejamos la fabrica de tapices y nos dirigimos a la Medina, al zoco. Allí nos perdimos por las callejuelas y nos fuimos relajando poco a poco.

domingo, 6 de febrero de 2022

En mitad de la nada

Viernes 14 de septiembre 2001 - Durante un intercambio con Malmo Latinskola - Suecia
En mitad de la nada
 Maud me llevó a la estación de tren que está cerca de su casa y lejos de todos sitios, exactamente en mitad de la nada. Fuimos por una recién estrenada autovía hasta un complejo de edificios modernísimos: la nueva estación de Malmo por donde pasa el tren que viene de Copenhague por el nuevo puente.
Ahora no hay nada más que una estación vacía: arcenes al aire libre, ascensores,  vestíbulos y nada más.  Era algo de película de ciencia ficción o quizás de película de Bergman que para eso estaba en Suecia. Pensé en este director porque tenía la sensación de una gran soledad.

Iba muy despistada y me bajé del tren en la estación siguiente a la del aeropuerto Copenhague-Kastrup  pero esa no era la mía. Tuve que esperar al siguiente tren para llegar por fin a la estación central de Copenhague. Busqué un periódico en español o en inglés porque los ataques contra las torres gemelas habían sido tres días antes y yo aun no había podido leer nada sobre el tema, y no conseguía entender las noticias en sueco en la televisión.
Salí de la estación y crucé la calle para ir a la Oficina de Turismo. Una amable señora me dio una guía de la ciudad, planos y toda clase de explicaciones. 
Tras un breve paseo llegué al museo que yo quería visitar: la Gliptoteca Carlsberg (como la cerveza). Tenía el dinero justo para entrar.  Pasé mas dos horas porque me lo tomé con mucha tranquilidad e hice muchas fotos.  No me tomé ni un café porque no tenía ni una corona danesa.
 
El beso
Los Burgueses de Calais

Pensaba que volvería a Copenhague al día siguiente sábado con Maud y ya vería entonces otras cosas de la ciudad.  Disfruté mucho viendo las esculturas más famosas de Rodín. pensando que eran algo muy especial. 
En Londres
Mas tarde supe que hay reproducciones de estas esculturas en muchísimos museos, plazas y otros lugares públicos en todo el mundo y pensé que había perdido mi poco tiempo en Copenhague viendo algo que podría contemplar en cualquier otro sitio mas cerca de Granada.  
 
Una calle de Granada
Pero también me gustó pasear tranquilamente por el jardín de invierno y  por la colección de pinturas, donde volví a casa durante unos minutos con un cuadro de vistas  del Albaicin
 Con las pocas coronas suecas que Maud me había dado había podido entrar en el Museo y con la Visa en la tienda del museo, normalmente uno de mis sitios favoritos, compré unas postales, un colgante de cristal y un libro de arte en inglés para Araceli. 
 
 Desde allí me fui a la calle peatonal a ver tiendas pero ya estaba muy cansada, saqué dinero en un cajero y me fui a comer al Rif-Raf, al restaurante mediterráneo autoservicio que nos enseñó Maud.
Nuevas alas del museo
Nuevas alas del museo
 Después de comer lo de siempre: varios tipos de ensaladas, humus, quesos, verduras y cosas así porque es mediterráneo pero vegetariano, me fui de compras. 
En Ilium, una tienda muy elegante y muy cara, me compré unas flores de tela preciosas  que aun conservo en buen estado. Compré una alfombrilla de ratón y unas libretas de diseño muy moderno en una tienda de diseño y por ultimo llegué a la plaza Kongens Nytorv, la de los adoquines en el suelo,  y frente al Hotel d’Anglaterre había una fantástica exposición al aire libre de fotos enormes tomadas desde el aire, La tierra desde el cielo a las que yo también hice fotos.
Plaza Kongens Nytorv
Exposición de fotos enormes
Fotografié el canal de las casas de colores
Nyhaven, y encontré la tienda de artículos marineros donde ya había estado con Pedro cuando vinimos en 1997. Allí le compré en esta ocasión una preciosa brújula para que no se pierda.
La brújula danesa
Nyhaven
 Cogí el barco por los pelos y volví a Malmo.
No pude volver con Maud el sábado como habíamos planeado porque ella estaba ocupada. Lo sentí porque me gusta mucho esta ciudad. Hay tantas cosas que ver y yo me había pasado la mañana en un museo….

 

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