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Por la A-92, camino de Sevilla |
Hemos hecho muy buen viaje desde casa hasta Sevilla a pesar del tremendo calor de la campiña sevillana por esos pueblos llanos y amarillos que antes cruzaba la carretera nacional y que ahora se quedan lejos de nosotros: Estepa, Osuna, La Roda, El Arahal.
Vinimos rápido y como salimos con tiempo ‘por si
acaso’ llegamos pronto. Así que ya nos hemos recorrido todo el aeropuerto:
tiendas, aseos, restaurante, cafetería. Hemos visto que han abierto nuevas
tiendas y han arreglado la zona de embarque desde la última vez que estuvimos
aquí, cuando vinimos a recoger a Ara que venía de París en Navidad hace tres
años. A pesar de los cambios sigue siendo un aeropuerto bastante chungo, está
sucio, mal cuidado y como hecho a trompicones y eso que lo diseñó Rafael Moneo y lo
hicieron nuevo para la EXPO92.
El embarque y el vuelo fueron puntuales, pero a pesar de que todo transcurrió según el horario previsto fue un día muy largo. Llegamos a las 11.20 de la noche al aeropuerto de Monastir Habib Bourguiba donde un autobús nos recogió a nosotros y los otros componentes de nuestro grupo para llevarnos al Hotel Occidental Monastir que estaba justo enfrente del aeropuerto.
Hotel Occidental Monastir |
Cuando
llegamos ya eran las doce; nos dieron
una ligera cena fría de restos y nos asignaron la habitación, un proceso
siempre largo y pesado cuando se viaja con un grupo de turistas. Hasta la una
de la madrugada no nos echamos a dormir y fue una noche corta porque teníamos
que madrugar. No me importó mucho porque el hotel no se merecía más tiempo: era
feo, descuidado y decadente. Si la cena
había sido mala, el desayuno no fue mejor. Como nos levantamos a las seis, aun
no estaba preparado y solo tomamos un café y unas galletas y nos dispusimos a
vivir otro largo día.
Martes, 17
de julio - Ya estamos en Túnez
La carretera desde el bus |
Aunque se parece a Marruecos, Túnez es menos caótico y menos pobre. A pesar
de eso a mi me parece que aquí también el tiempo se ha detenido. Cuando cruzamos
los pueblos, y la carretera siempre cruza los pueblos, vemos a los hombres sentados en el bar tomando
té y fumando mientras las mujeres pasan tapadas de arriba abajo, y nadie parece tener mucha prisa.
Nuestro viaje sigue por carreteras en línea recta que parecen no tener fin.
Azul tunecino |
Paramos a desayunar en un cafetín blanco decorado con cenefas azules en puertas y ventanas – azul tunecino. En esta primera parada nos damos cuenta de que vamos en un grupo y siempre tenemos que estar esperando a alguien para retomar nuestra ruta.
El Anfiteatro romano de EL JEM |
Nuestro guía y otras indicaciones |
Al autobús de nuevo a hacer kilómetros y kilómetros de carretera entre campos secos y algunos olivos y zonas de desierto hasta que llegamos a un palmeral, un oasis marítimo en Gabes donde comimos en el Hotel Oasis un almuerzo rápido y no muy bueno. En este pueblo pudimos pasear un rato por su pequeño zoco, pero aun no habíamos conseguido cambiar moneda y no teníamos dinero para comprar nada. Yo hice fotos de los puestos del mercado donde colgaban las esponjas naturales que cubrían casi toda la puerta y de una tienda que se llamaba La Cueva de Alí Baba.
En el zoco de Gabes |
El camión en el ferry |
Nuestro autobús nos llevó a nuestro Hotel Azurian en la zona occidental y turística de la isla. Hora de descansar
Miércoles 18 de Julio - En la ISLA DE DJERBA
Otro
madrugón con parte de nuestro grupo para realizar las visitas programadas para
hoy: - calzada y puente romano, Museo de
Gellala, pueblo alfarero de Gellala, Hom
zouk – capital de la isla de Djerba – visita al zoco y comida.
Limpio como recién encalado |
Las visitas de hoy fueron fantásticas. Recuerdo entre brumas, no sé si por lo temprano de la hora, la humedad del lugar o lo rápida que fue la visita, que desde el autobús vimos unas ruinas romanas a lo lejos y los restos de la calzada romana cerca de la costa. Pero no paramos allí. Sí que disfrutamos de una visita completa en el Museo de Tradiciones Populares de Gelalla. Un guía nos explicó las diferentes salas y los objetos y oficios que allí se mostraban, pero a mí lo que más me gustó fue el edificio, blanco y limpísimo que lucía contra el cielo azul brillante como una pared andaluza recién encalada.
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Yo quise recordar mi infancia trillando en el Hoyo |
En un patio del museo unos camellos con un trillo antiguo trillaban la mies esparcida en el suelo para que los turistas les hiciéramos fotos. Yo fui valiente y me senté en el trillo con el hombre que gobernaba al camello.
Me encantaron los aperos, las piezas de cerámica e incluso las figuras vestidas con trajes tradicionales que representaban en pequeños cuadros teatrales los oficios de los artesanos.
El Museo estaba en lo alto de una colina pero no se podía ver bien el paisaje porque el calor difuminaba todo a nuestro alrededor.
Desde allí nos llevaron a visitar el pueblo alfarero de Gelalla. Nos metimos por el laberinto de talleres de barro. Sus puertas abiertas nos dejaban ver las cántaras y otros objetos puestos a secar y los hornos en el suelo.
Entramos en uno de los talleres, donde un maestro alfarero muy joven, subido en lo alto de un torno de pie de los antiguos, nos hizo una demostración de su arte. A mi aquello obviamente me parecía fantástico. Los demás pasaban mucho de este asunto.
Me quedé con la boca abierta |
Allí compramos algunas cosas y también un cesto de paja, de los que antes se utilizaban aquí para hacer la compra, pero con un curioso remate en azul tunecino hecho con una cuerda de plástico como las que usábamos antes para atar las persianas de lamas de madera.
Fue
un día turístico muy interesante. Yo disfruté mucho aunque pasé mucho
calor pero todo me pareció atractivo y la gente siempre fue hospitalaria
y amable con nosotros
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La fortaleza |
Después del desayuno tomamos un taxi que nos llevó desde nuestro hotel a Houm Souk. Nos dejó en una gran explanada cerca de la orilla,
junto a la Fortaleza de los Españoles,
un autentico castillo construido para defender la ciudad contra los ataques de
los turcos, quienes finalmente conquistaron la ciudad y echaron a los españoles
de allí. Están restaurándolo pero pudimos visitar algunas salas y ver las balas
de piedra allí almacenadas.
El castillo era interesante y las vistas hacia la bahía eran muy bonitas, el mar estaba totalmente en calma, se veían algunos barquitos de pesca a lo lejos. Aun el calor era tolerable y el paseo fue agradable.
Cuando salimos de la Fortaleza nos metimos en el mercadillo que había en la explanada donde nos había dejado el taxi.
Era
un mercadillo autentico y local, no para
turistas. Algunos comerciantes habían colocado su mercancía en el suelo y
otros exponían la ropa colgada de los árboles. también había
también tenderetes y puestos de especias, ropa, cerámica, comida, música
y toda
clase de cacharros y útiles de cocina. Todo era muy barato y muy
popular.
Pasamos
el resto de la mañana en la ciudad. Ya hacía muchísimo calor y yo sudaba todo
el rato, pero era más tolerable por las callejuelas del zoco donde dimos
vueltas y vueltas como si fuera un laberinto; pasábamos una y otra vez por las
mismas callejas, esquinas y tiendas. En un cafetín encantador nos sentamos un
rato bajo las adelfas y los arboles en un rincón fresco entre turistas y
locales. Allí recuperamos fuerzas
para seguir con el paseo, las fotos y las compras.
Esto de las compras lo lleva Pedro que es quien sabe regatear. Compramos una pulsera de plata labrada y un collar de lapislázuli en una joyería judía. El hombre nos pidió 200 dinares al principio y finalmente pagamos 130. Al final no sabes quién se queda con quién, como siempre.
Ayer también compramos una tela más grande blanca, una especie de lienzo
con cintas de colores cosidas que son las que usan todas las mujeres de Djerba
para envolver su cuerpo cuando salen a la calle y también las usan como tapetes
de mesas y muebles. Las hay por todos sitios y son alegres y preciosas, yo ahora la uso para ir a la playa.
Yo
hacía fotos todo el tiempo de todo lo que veía a mi alrededor, todo me
encantaba y me llamaba la atención y me lo quería llevar en mis recuerdos y en
mi corazón.
Fotografiaba las esquinas, las ventanas, los rincones, los puestos del mercado de Houm Souk. Me parecían preciosas las casas pensiones, una especie de fonda donde todas las habitaciones se distribuyen alrededor de un patio central en la planta baja y con una galería corrida en la primera planta, como las corralas de vecinos.
La mayoría de estas fondas se han reconvertido en hotelitos y en una de ellas estaba el Albergue Juvenil. Pintadas de blanco con las ventanas y puertas en el color azul típico de Túnez, con adelfas rosas y blancas plantas en las macetas del patio, eran tan fotogénicas que no podía parar de hacerles fotos.
Para volver al hotel cogimos un taxi de nuevo. Fue fantástico no tener que regatear, ¡nos cobró justo lo que marcaba el taxímetro!
Viernes 20 de julio - Una larga y maravillosa jornada de turismo
4.30
de la mañana – madrugón. Desayuno. Cuando salimos del hotel con nuestro grupo,a las
5.30 de la mañana, aun era noche cerrada. Amaneció mientras esperábamos la salida
del transbordador que nos sacaría de la isla de Djerba.
Eran las siete menos diez de la mañana y fue maravilloso disfrutar de la luz del sol saliente que se reflejaba en el agua del puerto entre los barcos de los pescadores.
Un chaval acariciaba un camaleón y lo
dejaba posar para que los turistas le hiciéramos fotos. Yo me asomé por las
ventanas con celosía de la parada del puerto y vi las pequeñas barcas de pesca
volver a puerto tranquilamente sobre un mar de color rosa. Fue el único momento
fresco natural de todo un largo día.
Primera parada – Matmata. Viviendas trogloditas excavadas en la roca. Lo curioso es que no estaban excavadas en paredes, como las que hay en el Sacromonte o en Guadix; estas viviendas de Matmata están excavadas en el suelo, son subterráneas y se abren a un gran pozo vertical a donde dan las puertas de las otras cuevas.
En un blog de viajes, Un Mundo Interminable encontré esta información sobre la casa de los padres adoptivos de Luke Skywalker: El interior de la casa está rodado en Matmata, en lo que antiguamente fueron viviendas bajo tierra para los bereberes que excavaban la arena arcillosa buscando temperaturas más agradables y constantes. Hoy en día es un hotel troglodita, Sidi Driss. Este hotel dispone de 5 patios y uno de ellos, el patio Star Wars, es el que se utilizó para escenificar el comedor, la cocina y el patio de los Lars, los padres adoptivos de Luke Skywalker.
Camino de Douz - casi desierto |
El camino desértico recordaba al principio a la zona de Guadix y la Hoya de Baza. Cuando el paisaje se volvía cada vez más seco y con muy poca vegetación recordaba al desierto de Tabernas por la carretera de Almería, pero finalmente en Douz por fin llegamos al autentico desierto de arena.
Domingo 22 de julio 2007 - Tozeur - Sbeitla - Kairuán
La vida de turista es muy dura y los guías a veces la hacen mas difícil.
Noche en Tozeur . Se presentaba un día largo. Yo había puesto el despertador a las cinco de la mañana pero a las cuatro y media ya estaba despierta oyendo de nuevo, igual que todo el día de ayer, la llamada a la oración desde todos los minaretes de Tozeur. Había dejado la ventana abierta durante la corta noche y aunque no sirvió para que entrara el fresco, sí entraba el sonido del país desde todas las mezquitas de la ciudad.
El sol salía por el desierto |
Tomamos un desayuno rápido y de nuevo a la carretera. Amanecía mientras cruzábamos el desierto. Hicimos una breve parada en Gafsa para tomar un café.
A las 9.30 llegamos a Sbeitla para ver las ruinas de la gran ciudad romana de Sufétula. Como en todas nuestras visitas, el precio de las entradas estaba incluido en el total del viaje, excepto el dinar que yo pagué en cada una de ellas por “el derecho a hacer fotos”. Me pareció una buena idea, y recordé que ya pagué por este derecho cuando visitamos la Fundación Maeght en Saint Paul de Vence, y ¡mucho mas de un dinar!
Arco de Antonino Pio |
El lugar estaba bien cuidado, restaurado y conservado; todo estaba muy limpio y entre las piedras crecían flores de las que cogí algunas semillas para el jardín. Me gustó sobre todo el Templo de Júpiter en el Capitolio, el Foro, el arco de Antonino Pio y los mosaicos.
Flores entre las ruinas |
Nosotros entre las ruinas |
Más ruta en el autobús, aquel día hicimos más de 300 kms desde nuestra salida temprana de Tozeur, hasta que
llegamos sudorosos y agotados a la gran ciudad de Qairuán, la última etapa de nuestro viaje por Túnez.
Aljibes de los Aghlabides |
Nuestro guía debió de pensar que aun no
estábamos todo lo cansados que tienen que estar los turistas y que era la mejor hora
para hacer visitas. Por eso antes de dejarnos en el hotel, nos llevó a ver los antiguos Aljibes o estanques de los Aghlabides bajo un sol de
justicia. Para poder apreciar lo grandes que son estos estanques del siglo nueve que abastecían de agua la ciudad, tuvimos que
subir a un mirador en la terraza de un edificio cercano donde también había una
tienda de recuerdos y un cafetín – ¡qué sorpresa!
El mirador sobre los aljibes | |
No sé si es que hacía muchísimo calor o que la vista de los enormes estanques redondos unos con agua y otros vacíos, no tenía mucho encanto, pero no disfruté de la visita aunque me sirvió para comprar una pequeña guía de Túnez en español. Debe de ser que entonces no tenía todavía la costumbre de comprar la guía del lugar que íbamos a visitar con tres meses de anticipación.
Puerta de la Mezquita |
Yeserías como las de la Alhambra |
Azulejos |
Los turistas |
Es
que no podía parar de hacer fotos de tantos hermosos detalles, de
tanta gente que paseaba por las galerías, o charlaba con un amigo, o
permanecía tranquila, junto a una puerta viendo pasar el tiempo.
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No quiero molestar |
Eso fue lo
que mas me gustó de esta visita: la gente del lugar. Ellos nos ignoraban a los turistas y seguían con
sus vida a lo suyo.
Un consejo de amigo |
Uno de los patios |
Decoración por todos lados |
Aunque el taller estaba cerca de la Mezquita del Barbero, nos llevaron en autobús para poder soportar el calor de la tarde.
Allí pasamos un par de horas que a mi me parecieron larguísimas. El encargado nos explicaba que podíamos pagar las alfombras en dinares, en euros, en dólares, en efectivo, con VISA o contra rembolso y que las podíamos llevar con nosotros o que ellos nos las mandaban a casa. Todo eran facilidades.

Este es un telar de bajo lizo
Las mujeres tejían las alfombras con nudos en un telar de alto lizo con una paciencia infinita.
Nos dieron un horrible té aguado y tibio y nos enseñaron miles de alfombras de todos los colores, dibujos y tamaños posibles. Un trabajador abría las alfombras dobladas o enrolladas y el encargado del marketing nos hacía el articulo, una y otra vez. Eran hermosas, estaban muy bien hechas, podrían decorar cualquier habitación de una casa; las había pequeñas, medianas, grandes y enormes. No había problema --Nosotros las enviamos a su casa, a su país y les aseguramos que llegaran en perfectas condiciones --, nos repetían una y otra vez.

Algunos tapices
Pero
al final acabé tan mareada con las explicaciones, el calor, el
cansancio y tanta oferta que estuvimos a punto de comprar una
gran alfombra para nuestra casa aunque esa no era ni mucho menos nuestra
intención.

Aunque teníamos aire acondicionado, el calor seguía siendo tremendo y lo fue aun más cuando dejamos la fabrica de tapices y nos dirigimos a la Medina, al zoco. Allí nos perdimos por las callejuelas y nos fuimos relajando poco a poco.
22 de Julio de 2007 Lecciones en la Gran Mezquita de Kairuán
No habíamos terminado con las visitas aun.
Desde los aljibes nos dirigimos a la Gran Mezquita de Kairuán, la más grande
del Magreb, ya que Qairuán o Kairuan es la cuarta ciudad santa del Islam después de la
Meca, Medina y Jerusalén.
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