2006 Verano - Valle de Arán - Rutas en bicicleta

Sábado 8 de julio  - VIAJE

Cuando salimos de casa aun era de noche, ya había algo de luz pero el sol no salió hasta que llegamos a Campotejar.  Hicimos todo el camino sin parar más que lo justo para comprar agua o ir al servicio. Llevaba café para Pedro, Cd nuevos y toda la tranquilidad del mundo.  Cogimos la Radial 4 para llegar a Madrid. Eran las 11 de la mañana.  Había poco tráfico en esa carretera de peaje cuando pasamos por Seseña, la enorme ciudad fantasmal a medio construir junto al cruce con la autovía que se dirige a Toledo. Rodeamos Madrid por la Circunvalación de la M-50 y M-45 y cogimos de nuevo otra carretera de peaje, la Radial 2, hasta más allá de Guadalajara.  Al poco rato volvimos a parar en otra gasolinera cutre solo para ir al aseo. Ya no dejamos la autovía del norte hasta que llegamos a Lérida. El último tramo,  desde Zaragoza, era de peaje y por allí cruzamos el Desierto de los Monegros. A las 3,35 dejamos la autopista y nos dirigimos a nuestro destino: El Valle de Arán.

En un pueblecito del camino, Aguilar, paramos a comer nuestros bocatas y unas cervezas sin alcohol. Un breve descanso y de nuevo al camino. Ya teníamos que ir más despacio, por una carretera nacional con mas curvas, pero aun con poco tráfico. Cruzamos toda la provincia de Lérida siguiendo el cauce del río Noguera Ribagorza por la comarca del Ribagorza hasta el túnel de Viella. Las obras del nuevo túnel aun no estaban terminadas y tuvimos que cruzar por el antiguo, estrecho, peligroso y claustrofóbico túnel que yo recordaba bien del viaje del año 1971 con Paci y María Luisa. 

¡Pero por fin habíamos llegado! El Valle de Arán estaba allí antes nosotros: impresionantes montañas, todo verde, las casas de pizarra y piedras y los pequeños pueblos a los lados de la carretera, esa que seguimos casi hasta salirnos del Valle, hasta el penúltimo pueblo antes de abandonar el valle y entrar en Francia. Llegamos a Bossòst, al hostal Tina, nuestro alojamiento.

Ahora venía el ritual de siempre: registrarnos en el hotel, ver la habitación, desmontar la furgoneta, sacar todo el equipaje y las bicis. La verdad es que parecemos caracoles que llevan la casa a cuestas: ropa para la bici, ropa normal para paseos y excursiones, bolsas para llevar latas y comida, las mochilas, los cascos, las botas de la bici y de andar, las gorras, los bastones…

Cuando todo estuvo colocado nos fuimos a dar nuestro primer paseo por el pueblo para estirar las piernas después de tantos kilómetros. Llegamos a la plaza de la iglesia, una preciosa iglesia románica de piedra muy oscura. Vimos el río Garona, un puente y unas altas montañas justo enfrente de nosotros donde se refleja el sol poniente que aquí se esconde pronto porque estamos rodeados de montañas que son como una muralla gigante.

Hoy tuvimos suerte de poder cenar en el Hostal porque los dueños nos dijeron que solo dan cena los fines de semana.  Esta noche yo pedí olla aranesa, una sopa más suave ahora en verano que el potaje que debe de ser en invierno y de segundo bacalao cocido con patatas. Pedro también pidió bacalao y de primero se tomo una ensalada. De postre el pidió queso y yo un dulce de bizcocho en forma de cestita con queso blanco con mermelada por encima que estaba riquísimo.

Nos dimos un pequeño paseo para bajar la cena y enseguida nos fuimos al cuarto a dormir. Había sido un largo día sobre todo para Pedro que condujo más de mil kilómetros él solo.

 Domingo 9 de julio  Excursión a la Artiga de Lin.

Despues de desayunar en el hotel, salimos de Bossòst con las bicis por la carretera nacional dirección Viella. En el puente sobre el río Garona, donde pasamos de llevarlo a la derecha a tenerlo a la izquierda, cogimos un Camino Real, Camin Reiau,  donde había un cartel que indicaba una ruta de senderismo “ES BORDES 3,8 km”, pero por allí salió un coche.  De todas formas por el camino íbamos mucho mejor que por el asfalto. El camino estaba bien  y pedaleábamos  entre granjas, casas antiguas, algunas arregladas y varios campings. La primera parada fue junto a un hermoso lavadero o tornajo cubierto con techo de pizarra y con muros de piedra. Era grande y precioso. Todo estaba verde, húmedo y lleno de flores como si aun estuviéramos en primavera. Llegamos a Es Bordes por el camino que llevábamos tan tranquilo, tan rustico y tan eterno.

EL pueblo de Es Bordes guarda los restos de un castillo fortaleza en lo alto de una peña donde las ruinas de sus muros totalmente cubiertos de líquenes, musgos y yedra se confunden con el paisaje, pero nosotros conseguimos verlos porque  entramos en el pueblo por la parte de atrás, desde luego desde la carretera no se veía nada.

Paramos en la bonita iglesia románica de este pueblo para echarle un vistazo. El cura despedía en la puerta a sus fieles al terminar la misa del domingo. En la fachada principal había una lápida muy curiosa con una extraña figura ; la torre era esbelta y oscura.

Apenas dejamos Es Bordes comenzamos la subida por una carretera estrecha pero asfaltada junto al Arriu Joeu. No paramos de subir ni un momento. Estábamos ya pedaleando por los Pirineos y todo el paisaje era maravilloso, como lo recordábamos de dos años antes, del verano en Cerler.  Disfrutábamos de los bosques y  prados cubiertos de flores amarillas de todas clases, y de  las  casas de piedra y de todo el verdor que nos rodeaba. Es un paisaje tan diferente del nuestro del sur que los primeros días que pasamos allí siempre andamos con la boca abierta como bobos, diciendo, -- oh, mira, pero mira--, para que no se nos pase por alto ningún pequeño y maravilloso detalle.

Seguimos por la pequeña carretera con mucho cuidado porque era domingo de verano y había bastante tráfico. Hicimos algunas paradas en Hont de Benedits, Mirador del Aneto, Ermita de la Mare de Deu de la Artiga de Lin. Paradas para descansar, disfrutar del momento y las vistas y hacer fotos.

Por fin llegamos al parking donde los domingueros y excursionistas dejaban sus coches para ir a ver Los Ulls, Los ojos, el lugar donde brota de nuevo el agua que se esconde en el Aigualluts de Benasque.  El agua aquí se despeña con fuerza cuando sale de la tierra y hay unos puentes pequeños que cruzan este tremendo arroyo donde los paseantes y nosotros nos asomamos a ver el agua saltar entre las rocas y a hacer fotos. Hay familias, chiquillos y ciclistas como nosotros y casi tenemos que hacer un poco de cola para poder llegar al agua.

De nuevo cogimos las bicis y volvemos al asfalto para seguir subiendo una cuesta cada vez mas empinada hasta que llegamos a la Artiga de Lin donde hay un pequeño Refugio de Montaña en un inmenso prado rodeado de enormes montañas que forman las paredes de un circo glacial. En lo alto de aquellas montañas está el Collado del Toro. Al otro lado del Collado está el Ibón del Toro, a donde llegamos andando desde el Aigualluts de Benasque el día que nos encontramos en mitad de aquellos parajes a Rafa y a Paqui.

El camino sigue hacia otro gran prado a la izquierda a donde llega el camino por donde los excursionistas subían a pie desde los ULLS. El prado era tan grande y tan maravillosamente verde que podía haber pasado allí toda la mañana, recorriéndolo y haciendo fotos de esas grandes flores amarillas fuertes y resistentes en estas alturas. Y mientras yo me quedaba allí embobada, Pedro intentaba arreglarle algo al cambio de su bici que no paraba de hacerle ruidos raros. Pero allí no había taller, ni teníamos herramientas, y por más que montaba y desmontaba la rueda aquello tenía poca solución.

En el camino de regreso seguimos la pista que va a Casau en vez de volver por Es Bordes, Fue una idea acertada porque disfrutamos de un paseo tranquilo de pendiente más suave que el de la subida bajo un bosque de hayas, robles, pinos y abetos, el bosque de Baricauba. Paramos en el  Mirador de Ròca de Sèrra desde donde se veían Vilamós  y otros pueblos en la ladera de la carretera nacional. Creíamos que estábamos lejísimos, pero estábamos justo encima de ES Bordes solo que muchísimo más alto. Era un área recreativa con barbacoas y fuentes donde las familias tomaban la comida del domingo y donde nosotros nos tomamos también los bocadillos que yo preparé antes de salir del hostal con el pan, embutido y tomate que habíamos comprado en el súper la noche antes.

Ya casi estábamos al final de la ruta, solo faltaba una buena bajada hasta Casau y Viella y desde alli una bajada de quince kilómetros desde Viella a Bossòst por la carretera.

El regreso fue duro también porque llevábamos un terrible viento en contra. Un breve descanso y pronto estuvimos los dos recuperados en la furgoneta y fuera del hotel dispuestos a seguir moviéndonos. Fuimos a Viella, pero todo estaba cerrado, solo pudimos entrar en la Iglesia y vimos su Cristo románico y la pila bautismal.

A la vuelta hemos parado en Arties que es un pequeño pueblecito donde hemos visitado su preciosa iglesia románica con una curiosa pila bautismal, la pila de agua bendita y los frescos del siglo XVI. El edificio era del siglo XI, tan primitivo, tan románico y tan bonito. El guarda nos pidió un euro a cada uno por la visita y amablemente nos explicó la iglesia y la vida del pueblo en el pasado cuando pusieron la fábrica de luz de CLEDES donde los osos. Así que fuimos a ver los osos, había dos osos de verdad,  y después nos tomamos una cerveza en el Parador de Turismo de Arties, que es un parador de los de antes, con muebles castellanos, como de toda la vida.

Hemos vuelto a nuestro pueblo y como en el hotel no había cena hoy, nos fuimos a cenar  de tapas y raciones a la plaza del pueblo, junto a la iglesia, y ahora estamos en la habitación viendo la final del Mundial del Futbol.

Hoy se celebraba en el pueblo el día de San Cristóbal y los coches tenían ramos de flores en el limpiaparabrisas o en el radiador porque la costumbre o la tradición es llevar los coches a que el Mosén los bendiga, como hicieron en el pueblo el domingo a la siete de la tarde.

 Lunes, 10 de julio  Excursión a la Cascada de Pish – Saut deth Pish

Camin Reiau desde el puente de la carretera sobre el Garona hasta Arró, cruce del pueblo y de la carretera. Breve parada en la Iglesia de Sant Martí de Arró para fotos. Seguimos una pequeña pista asfaltada en dirección a Vila que dejamos a la derecha sin llegar a un pequeñísimo pueblo que se ve a lo lejos. Seguimos en dirección a Arrós y sin parar cogemos la pista o carretera de montaña del valle del río Varradós. Es una subida durísima, para mí a veces es imposible pero los bosques que nos rodean y las montañas forman un paraje precioso. En la Palanca de Dessús paramos un momento para descansar.

Allí empiezan unos repechos durísimos y no me había dado cuenta; yo pensaba que la que iba mal era yo, pero las rampas tenían una pendiente del 10 por ciento por lo menos, ya podía yo sentirme mal.  Unos guardas forestales, que hacían trabajos de mantenimiento por la carretera, se ofrecieron a echarme gasolina, yo le pedí un motor. Un poco más allá Pedro me esperaba junto a un torrente refrescándose. Desde allí me volví hacia el sur: tenía justo enfrente el Aneto y las Maladetas con las cumbres y los circos glaciares aún llenos de nieve. Era un lugar impresionante por las vistas, así como el bosque, los torrentes, el río, el desnivel y la altura que íbamos alcanzando. 

En un bar refugio casi escondido nos tomamos una coca cola y nos llenaron los botes y seguimos pedaleando ya por las últimas cuestas antes de llegar a nuestro destino. Menos mal que la pendiente se suavizó un poco, se acabaron las curvas y al final de una gran recta llegamos al Plan des Artiguetes y a la gran cascada que caía desde lo alto de la montaña saltando por las rocas con un gran caudal de agua. Era el Saut deth Pish.

¡¡Habíamos llegado!!  Descansamos de la bici, las dejamos apoyadas sobre la baranda de madera que marcaba el lugar de la cascada, y anduvimos por aquel maravilloso lugar; yo hice miles de fotos de la cascada, de las flores, los cardos, los prados tan verdes,  las mariposas y el arco iris que el agua formaba al caer.  En el mirador junto a la cabaña del Centro de Educación Ambiental o como se diga en catalán, o en aranés,  nos tomamos los bocatas junto a un montañero solitario con cara de malas pulgas que no nos dijo ni buenas.

Pero, como casi siempre, fue llegar y tocar porque nos volvimos enseguida. La subida había sido dura por la pendiente y el calor excesivo, pero la bajada fue aun peor porque yo trataba de frenar bien la bici y no cargarme los frenos. Antes de llegar a la Palanca Dessus cogimos la pista de la derecha para Vilamós. Ya no íbamos sobre el asfalto, sino sobre una pista de piedras en la que subíamos sin parar pero poco a poco. Una breve parada en la ermita de Sant Joan d’Arròs e Vila. Fotos y más pista. Seguía siendo un paisaje increíble, estaban todas las flores y todas las mariposas del Pirineo. Íbamos solos por aquellos prados y el paisaje que llevábamos al fondo era fascinante: La cumbre del Aneto, el valle del río Garona, los bosques. Incluso encontramos una pequeña Ermita románica Sant Miquèu de Vilamòs junto a una zona de merienda con mesas y barbacoas y una fuente con hipo: la fuente tenía un gran chorro que salía a trompicones.

Llegamos a Vilamós y le hicimos una breve vista a la Iglesia de Santa María e hice fotos de sus estelas y figuritas romanas incrustadas en la fachada y en la torre.  Desde allí cogimos una carretera asfaltada con una bajada bestial que nos llevó a la carretera nacional. A Bossòst.

Y allí, ya duchados y arreglados nos fuimos a Viella con la furgoneta a hacer unas compras y buscar mas información sobre el Tour. Compramos dos guías del valle de Aran, vimos tiendas y nos volvimos para subir al Portillón de Bossòst, por donde entrarán los ciclistas desde Francia a España. Queríamos encontrar un buen sitio para ver la carrera. Vimos las caravanas de los franceses aparcadas ya en las cunetas esperando a los ciclistas, igual que ya estaban ayer en la subida a Baqueira. ¡Locos! Bajamos a cenar de tapas a la Plaza de la Iglesia.

 Martes, 11 de julio Barranco del Torán - El Portillón

Hoy salimos de Bossòst de nuevo con las bicis. Cruzamos el puente frente a la ermita y torcimos hacia la izquierda por el Camin Reiau – el de siempre- que a tramos estaba un poco difícil, hasta Les. Pasamos junto a la depuradora de agua, la central eléctrica de CLEDES y la piscifactoría. Llevábamos la carretera nacional a nuestra izquierda, al otro lado del río Garona que hoy además traía mucha más agua de lo normal. Por algún lugar más alto han debido abrir alguna de las compuertas que retienen el agua para producir electricidad.

Les es un pueblo precioso con casas limpias y cuidadas con cierto aire antiguo pero muy bien conservadas. En la parte que cruzamos hay una iglesia muy grande y maciza con unos inmensos contrafuertes que la hacen parecer muy mazacote. Por un lado está pintada de planco y en el otro se mantiene la piedra. En la placita de al lado había una fuente, la ludoteca y el centro de salud instalado donde estuvo la vieja escuela.

Desde allí cogimos por error el sendero para andar, no la pista de la bici, pero gracias a eso pasamos junto a una solitaria y extraña Ermita de Sant Blai que parecía en realidad los restos de una iglesia mayor. Estaba detrás de un gran edifico gris con in inmenso parque a su alrededor que parecía un convento o una residencia.  Era un camino difícil, estrecho y escurridizo en un bosque oscuro y muy húmedo. La bajada hasta la pista que teníamos que coger estaba llena de piedras sueltas redondas que lo hacían muy peligroso.

Llegamos al Pont dera Lana y salimos directamente a la carreta nacional durante unos pocos metros, Justo enfrente de nosotros se veía una carreterilla empinada que lleva a Bausen  que se veía en lo alto de un cerro.

Nosotros seguimos por la carreta que tenia muchísimo trafico hasta Pontaut, que no es ni siquiera un pueblo; solo había dos casas viejas y tres bares con menú del día y paella  para los franceses porque la frontera estaba a solo un kilometro y medio. También vimos una antigua Casa Cuartel de la Guardia Civil, abandonada pero que parecía que iba a ser restaurada.

Cruzamos un puente pequeñito y allí un chaval jovencillo nos aconsejó que para ir a Canejan siguiéramos la carretera  y no cogiéramos el camino.  La carretera era estrecha pero en buen estado y subía sin parar junto al bosque y junto a edificios en ruinas de antiguas minas. Subimos y subimos y tuvimos que parar a ponernos los chubasqueros porque empezó a llover un poquito. La cuesta seguía pero la lluvia paró y cuando nos quitamos los chubasqueros el mío estaba empapado por dentro y me di  cuenta de que tenía mucho frío bajo aquella umbría. El bosque era precioso. A veces pedaleábamos junto al rio Torán, y a veces nos separábamos. El asfalto, financiado por los fondos de la Unión Europea, era demasiado negro, nuevo y perfecto y se acabó de repente en el cruce de Sant Joan de Torán. Seguimos un poco más por la pista hasta el refugio de Educación Medioambiental  y un poco más por el camino ya solo de piedra hasta donde estaban unas vacas pastando en un cercado. Allí hice unas fotos de unas preciosas flores blancas, nuevas para mí que crecían en el sotobosque, y nos volvimos.

Subimos a ver la iglesia de Sant Joan de Torán pensando que solo sería una ermita pero había un pequeño pueblo con varias casa en ruinas y otras coquetas y arregladas como la del ONCLE ANDREU y había un bar con mesas y una terraza bajo un toldo con un aspecto muy tranquilo y agradable. Allí hice muchas fotos de la iglesia e incluso de un pequeño cementerio junto a la ermita. Era un pequeña aldea con mucho encanto y en la pequeña explanada delante de la pequeña iglesia descansamos un rato contemplando la vista que se abría frente a nosotros del valle del Torán.

Dejamos allí cerca las aldeas de Pradet y Porcingles y tampoco llegamos a subir a Canejan. Yo iba cansada pero me disfruté mucho de esos pequeñísimos pueblos, mientras más viejos y ruinosos mejor.

Dijimos de volver y dar por terminada la jornada ciclista, pero la excursión había sido corta y Pedro sugirió hacer algo más, así que volvimos por el camino bueno a Bossòst, llenamos los botes y nos dirigimos a subir al Portillón. ¡600 a 1200 metros en ocho kilómetros! Fue duro, durísimo para mí. Hacía muchísimo calor, las nubes no terminaban de irse pero no traían fresco sino bochorno. Además subían y bajaban miles de coches, supongo que estaban curioseando por el Portillón como nosotros porque el Tour atravesaría por allí desde Bagnères-de-Luchon en Francia camino de Baqueira el próximo día 13, el jueves.

Paramos muchas veces, a los dos kms, a los cinco, a los siete. Paramos en el Mirador de Observación del Aula de la Naturaleza, que parece un antiguo cuartel de la aduana pero ahora estaba arreglado y por fin llegamos a lo alto del Coll del Portillón, justo donde un gran monolito indica la altitud, 1293 ms. Había aun más animación y más caravanas que ayer.

Tomamos nuestros bocatas y nos hicimos las fotos testimoniales; yo, con mi chubasquero naranja – comprado en Slough  en mi última estancia en Eton – parezco una zanahoria, pero se me ve contenta. Lo llevaba puesto también en la bajada porque ahora seguía lloviendo y hacia fresco. Seguíamos con la compañía de demasiados coches.

Volvemos al hotel, una buena ducha un poco de relax y de nuevo a la furgoneta y a Viella. Pedro quería un chubasquero para senderismo y encontramos uno naranja también para él. Luego un poco de compra en el súper de comida para nuestros bocadillos.

Subimos a Gausac donde vimos una preciosa iglesia con portada gótica y muchas pequeñas figuritas muy graciosas en los capiteles y las paredes que me encantó, la iglesia de Sant Martin de Tours de Gausac.

Volvimos a nuestro pueblo, a nuestro querido Hostal Lina. Una de las cosas que más me gustan en este pueblo es la iglesia románica a cuya ‘sombra’ cenamos cada noche de ensaladas y pintxos en un bar de la plaza de la iglesia. Estamos encantados de estar allí, compartiendo la noche con los paisanos y los veraneantes.

 Es verdad que siempre me iba a mi rincón para poder escribir esta crónica porque allí estaba cómoda y tranquila y nuestra habitación era demasiado austera y pequeña para estar cómoda allí escribiendo. Solo había dos camas juntas, un pequeño armario y una mesita bajo el espejo en la que solo podíamos poner los móviles, las gafas y poco más. El cuarto de baño tenía lo justo, además de tener ya sus años,  pero teníamos también un pequeño  balcón con vistas a la carretera y al río Garona donde dejábamos las botas de andar y las zapatillas de ciclista por la noche y también usábamos como despensa.-

También me gusta el río Garona que atraviesa el pueblo camino de Francia. Lo oigo por la noche y lo veo correr por la mañana y veo las grandes montañas al otro lado de la carretera por donde,  mientras desayunamos,  veo salir el sol  a veces entre nubes.

Miércoles, 12 de julio Nuestro día de senderismo: Aigues Tortes y Valle del Boi

Salimos del Valle de Aran por el túnel de Viella y llegamos a la entrada del Parque Nacional de Aigues Tortes en la carretera de Caldes de Boi. Dejamos la furgoneta en el aparcamiento y enseguida nos pusimos a andar por el Primer Recorrido, que se podía hacer por pista o por sendero o incluso en taxi cuatro por cuatro. Nosotros seguimos el sendero. Llenamos los botes en una fuentecita ridícula allí en el aparcamiento y recogimos un folleto sobre el Parque en la caseta de información.

Primero caminamos junto a un gran grupo de críos que iban de excursión por el parque y los fuimos dejando atrás mientras el camino subía en un paisaje típico del Pirineo, lleno de prados, flores y bosque. Íbamos junto al rio Sant Nicolau protegidos y tapados por la vegetación, pero de vez en cuando ésta se abría y se veían las impresionantes montañas que teníamos alrededor. Paramos en la Ermita de Sant Nicolau de Boí. Y allá abajo se veía el Estany. Todo era hermoso.

Llevamos el río a nuestra derecha por un camino lleno de rocas hasta llegar a una inmensa cascada y un poco mas arriba una zona de descanso con bancos, mesas y una fuente. Las piedras son grandes, verdes, durísimas.

Llegamos hasta el punto donde acaba la pista y el recorrido de los taxis y seguimos andando ya por un sendero, por los auténticos Aigües Tortes, con meandros, río, caminos verdes, todo mezclado. Teníamos que andar sobre una pasarela de madera para proteger el fondo del rio y el paisaje. Aquello era un autentico paraíso. Algunas personas tomaban el fresco en los humedales a las sombras de los arboles.

Vimos a un chico joven que cogía muestras del rio y allí cerca estaba aparcada una furgoneta blanca en la que un letrero decía Limnología CSIC  Blanes. Así que nos fuimos a charlar con él para saber qué estaba haciendo y nos explicó que cada semana mide el nivel del agua del rio y toma muestras y es técnico de campo para investigaciones  Le hablamos de Elvi y de su tesis y de cuando ella recogía muestras en la Laguna de La Caldera una vez a la semana durante cuatro veranos seguidos para su tesis doctoral. Estuvimos allí un buen rato charlando con él.

Poco podíamos sospechar que aquel chico nos iba a sacar del Parque cuando la tormenta estalló; porque aunque seguimos andando por el circuito número dos, los truenos y las nubes negras y el ver a la gente que volvía empapada nos hicieron volver a nosotros también con idea de esperar a alguno de los taxis. La cola parecía la del 11 en el Camino de Ronda en día de feria. El grupo de los chavales del principio también estaba allí y todos los que nos habíamos ido cruzando volvían por la lluvia y nosotros éramos los últimos de esa larguísima cola. Pero Javi, el chico de las muestras, pasó por allí y nos vio en la cola. Paró junto a nosotros y dijo --¿Os llevo? Nosotros encantados aceptamos su ofrecimiento y nos llevó al aparcamiento charlando y conduciendo con una tremenda habilidad por la pista por donde subían los taxis uno tras otro bajo el chaparrón y la tormenta.

Aunque seguía lloviendo cuando llegamos a la furgoneta, continuamos con nuestro plan de subir al Tahull, en el Valle del Boi. Visitamos el pueblo allí en lo alto y vimos la iglesia de Santa María de Tahull.  Era tan relajante. Sonaba la música durante la visita a la iglesia, allí se estaba calentito. Daban ganas de quedarse allí en un rinconcito durante mucho tiempo.

Visitamos también la Iglesia de Sant Climent  de Tahull y subimos a la torre por unas escaleras tan empinadas que parecía que subíamos una pared en vertical. Un hombre ya un poco mayor había subido con sus hijos y hablaba con ellos en catalán todo el tiempo, pero aquí la gente cambia de una lengua a otra todo el rato y con los carteles es lo mismo. -Yo ahora que paso a limpio este cuaderno de viajes no sé si escribí bien los nombres de los lugares que visitamos y a veces me cuesta trabajo encontrarlos en internet, sobre todo los pequeños pueblecitos del valle y las pequeñas ermitas que fotografié durante mis rutas ciclistas. Por eso me estoy esforzando por encontrar su nombre original, pero en ARANÉS.-

Seguía lloviendo en Tahull, nos tomamos una cerveza en un bar de la carretera. Volvimos a Boi, al centro de interpretación del Parque. Visitamos la exposición, vimos el video y las fotos y compré un lápiz de recuerdo y charlamos con la chica que atendía al público que nos contó que su madre era de Monachil.

Javi, el limnólogo que recogía las muestras, también hablaba con cariño de Granada de lo que gustaba la ciudad y que hubiera querido terminar allí su carrera de Biología. Esa es la ventaja de hablar un buen rato con la gente, siempre te tratan bien.

Nos fuimos ya del Valle del Boi sin parar en ninguna otra iglesia por el camino, pero si le pude hacer una foto a una que había allí cerca, Sant Joan de Boi, justo antes de montarnos en la furgoneta y volver a nuestro hotel a arreglarnos para volver a Viella a ver si por fin había animación del Tour, pero allí no había nada.

Jueves 13 de julio  EL TOUR

Hoy hemos tenido TOUR DE FRANCE  todo el santo día. Primero fuimos con las bicis por el Camin Reiau desde el cruce de la carretera en Bossòst hasta Aubert y de allí llegamos a Viella a ver a todos los ciclistas llegados desde todos sitios para ver la etapa. Volvimos por la carretera nacional y subimos de nuevo al Coll del Portillón. Esta vez me pareció más fácil que el otro día, pero aun así hacia muchísimo calor.

Hice muchísimas fotos este día porque pasamos muchas horas en lo alto del collado esperando a los ciclistas y disfrutando del momento. Gracias a ellas puedo entender mejor lo que es ver pasar una etapa del TOUR DE FRANCE.

Es una  tremenda caravana perfectamente organizada formada por vehículos de publicidad y de apoyo de la carrera. El público fiel se sitúa en los arcenes desde días y horas antes de que pase la carrera y la caravana de los vehículos de las marcas que patrocinan la prueba pasan repartiendo regalitos que lanzan hacia los espectadores que se descolocan y corren a su lado para alcanzarlos. Pasan los fotógrafos, los cámaras en las motos, los  Mossos d'Esquadra los gendarmes, las caravanas de los equipos, los coches de apoyo. Pasa un camión con forma de botella de agua mineral, otro con forma de rosco, otro lanza globos y piruletas, otro nos lanza camisetas de topos rojos, otros llaveros, bolsas de tela, gorras, pelotas de plástico, chicles, caramelos. Es como la cabalgata de Reyes mezclada con la cabalgata de un circo de feria que anuncia la actuación de las fieras, solo que no hay fieras. Cuando todos estos vehículos terminen de pasar, llegaran los ciclistas. Pero antes pasarán los marchadores, los ciclistas amateurs y los curiosos.

Entonces llegan los ciclistas precedidos de un helicóptero que los anuncia. Hoy viene primero un español que intenta llegar a la cumbre en solitario, De la Fuente, pero sus dos perseguidores le alcanzan justo antes de coronar la cumbre. Vienen otros dos ciclistas solos detrás, y luego van llegando en una gran grupo todo el pelotón, y nosotros nos apartamos hasta el talud de la carretera por miedo a que aquella masa nos arrollara. Yo no paraba de hacer fotos.

Cuando pensábamos que todo había terminado, agotados de estar allí todo el día, sin agua y con solo un pequeño bocadillo en el cuerpo nos dispusimos a bajar el Portillón. Sin darnos cuenta nos metimos entre los ciclistas rezagados y los coches de la organización que cerraban la carrera y que nos echaron a voces de la carretera por el peligro que éramos entre aquella masa de gente. Nos refugiamos en una curva y esperamos que aquello se tranquilizara para volver al camino. Fuimos al hotel a terminar de ver la etapa por la tele, queríamos ver cómo llegaban al Pla de Beret. Por la tarde volvimos a Viella.

Viernes 14 de julio  Pla de Beret

Cogimos las bicis para ir al Pla de Beret como los ciclistas de ayer. Tomamos de nuevo el Camin Reiau, del que creo que no me cansaré nunca y que ya conozco casi entero. Pasamos como siempre por el abrevadero, lavadero y fuente de Era Bordeta y por las granjas; saludé a la vaca sentada que casi sonríe, vi la fábrica o el almacén de material de construcción, los campings, el lavadero de Es Bordes donde hice mis primeras fotos del Valle de Aran el primer día. Pasamos también junto a la central eléctrica que se veía en el valle desde el mirador de la subida al Coll del Portillón, con su gran tubería metálica que baja por la ladera de la montaña, como muchas otras enormes tuberías iguales que bajan desde las alturas por estas montañas. Todas tienen a los lados unos rieles como si en los tiempos que estaban en funcionamiento, los obreros o mantenedores hubieran usado esas carretillas que a veces vemos ahora recicladas como pilares en las fuentes que encontramos en los prados o en los caminos.

El Camin va entre prados, bosques y casas rehabilitadas. En Es Bordes hay dos enormes casas grandes y muy bien arregladas escondidas de la carretera por la peña encima de la cual dicen que hubo una fortaleza.  En ese pequeño pueblo paramos siempre a llenar nuestros botes en una fuentecilla en la plaza que hay detrás de la iglesia. El Camin sigue entre más casas rehabilitadas y junto a otra fuente abrevadero donde hay una inscripción que dice – Se prohíbe lavar ropa u otros objetos bajo multa de 25 pesetas (En castellano).

Dejamos el Camin en Aubert y seguimos por la carretera nacional hasta la entrada de Viella donde paramos a hacer fotos a una pequeña iglesia románica en ruinas adosada a una muy moderna con una pared llena de ventanitas – vidrieras de colores como la de Le Corbusier Notre Dame de Ronchamp.  Cuando pasamos Viella paramos en una iglesia en Betren,  Sant Sernilh de Betren,  pero no había iglesia, solo la torre y las paredes y dentro de ellas estaba el cementerio del pueblo. Yo hice fotos como siempre.

En Garró cogimos de nuevo el Camin Reiau junto al rio  escondidos de la carretera y seguimos hasta Arties. Hicimos una breve visita a la iglesia de Santa María que ya conocíamos y saludamos al guarda que nos la explicó el otro día.

Llenamos nuestros botes en una curiosa fuente junto al rio donde el caño de la fuente era una ranita y tenía una inscripción con la fecha 10-11-56. Pasamos junto al cercado de los osos que estaban rodeados de una nube de críos pequeñitos y salimos de nuevo a la carretera más allá de la central eléctrica. 

El camino se empinaba cada vez mas y hacia muchísimo calor. Hicimos otra parada en Tredós en otra Iglesia de Santa María. Una chica muy jovencita cobraba 1.50€ por la entrada y nos hizo una visita guiada, pero solo estábamos Pedro y yo. Fue un paseo precioso por dentro y por fuera de la iglesia y yo le hice un montón de fotos y me encantaron unas figuritas muy extrañas que había en una pared del cementerio. ¿Eran de una masacre Inca? ¿Están los Templarios detrás de estos adornos? La chica nos dijo que allí hubo un monasterio Templario. Nos explicó el Crismón, el símbolo de Cristo que se veía excavado en la pared de la fachada.

Dejamos Tredós y seguimos subiendo hasta Baqueira.  En el centro de Información junto a un aparcamiento el termómetro marcaba 38ºC. El calor nos llegaba desde arriba y desde abajo. Era insoportable y empezó a llover casi cuando habíamos dejado atrás las ultimas construcciones de la estación de esquí y estábamos subiendo las ultimas rampas para llegar  a las pistas. Paramos a esperar que escampara y seguimos un poco más adelante con el calor que salía del asfalto mientras se evaporaba el agua. Empezó a llover aun más fuerte y nos refugiamos primero en el telesilla y luego en la entrada del Hotel Meliá Royal Tinan, un refugio de cinco estrellas que estaba en obras de rehabilitación. Allí nos tomamos nuestro bocata mientras esperábamos. 

En ese momento cayó un tremendo chaparrón y decidimos volver al hostal porque la tormenta nos rodeaba por todas partes y estábamos lejos. Yo no había echado mi chubasquero, ¿Quién lo iba a sospechar? Pedro me dejó el suyo y bajamos con mucho cuidado y con agua que nos mojaba por arriba y por abajo. En Viella ya no llovía y volvió el calor. Todo estaba seco y así llegamos al Hostal, donde nos tomamos una cerveza en la terraza con Antonio y Lina, los dueños, que estaban charlando relajadamente.

Nos arreglamos y nos fuimos a Benasque a pasar la tarde, pero no fue una buena idea porque  salimos tarde del Valle de Aran, tuvimos que cruzar el maldito túnel de Viella, el antiguo – cinco eternos kilómetros de claustrofobia y de todos los peligros imaginablesy para volcar hacia el otro valle el camino era malísimo y nos cayeron rayos y truenos sobre todo por el Valle de Benasque.

Queríamos recordar nuestras maravillosas vacaciones en el Valle de Benasque, en el hotel de Cerler, de dos años atrás y también comprar unas cosas de deporte en la tienda de Barrados. Allí cerca de la tienda nos tomamos una cerveza, pero ahora sí que era mucho más tarde de lo normal en estos días para nosotros. De hecho fue el primer día que vimos iluminada la iglesia de Bossòst. Cenamos en nuestro bar de siempre, la ensalada y los pinchos y a dormir.

Sábado 15 de julio Collado de Prüedo - furgoneta y bici

Montamos las bicis en la furgo y nos vamos hasta Arties. Aparcamos junto al río y la escuela y desde allí mismo empezamos a subir y subir sin parar hasta que llegamos al collado de Prüedo.

Cuando salimos de Arties pasamos junto a una ermita, cruzamos el río y entramos en una preciosa zona de prados por el valle arriba, la ribera del río Valarties, hasta que terminó el asfalto y la pista empezó a empinarse casa vez más hasta ponerse peligrosa. Subimos 1000 metros en 10 kilómetros con piedras y arena suelta y un calor de muerte.  Paramos en el Pont de Loseron, sobre el río Rencules (arriu Rencules en aranés)

Claro que el paisaje era impresionante a todo nuestro alrededor, como siempre por estas montañas, pero era un camino demasiado duro. Yo llevaba la guía que compramos aquí y ya nos anticipaba que la cosa sería difícil, pero no esperaba que lo fuera tanto. Hice mucha parte del camino a pie, empujando la bici y trataba de hacer fotos cada vez que parábamos a descansar porque se, con toda seguridad, que no volveré a ver estos lugares tan hermosos y quiero recordarlos siempre.

Pedro se desesperaba por mi lentitud, quería que nos diéramos prisa por si volvía la tormenta. En realidad la excursión aunque era dura, era muy corta. Llegamos al collado Coret de Prüedo, eché la bici al suelo e hice la última foto de las montañas que tenia detrás y de las grandes extensiones de Baqueira justo enfrente de nosotros. Estábamos en el Circ de Colomers. Descanso breve y enseguida retomamos el camino.

La bajada era la hostia: dura, larga y peligrosísima a veces por todas las piedras sueltas que había en el camino. Cuando la pendiente se terminó, paramos en una zona de picnic en la Montañeta (Airau de la Montanheta en aranés) que está junto al río Aiguamòg,  y más adelante paramos  en los Baños de Tredós (Banhs de Tredós), donde había un hotel coqueto con flores, una pequeña piscina, una zona de recreo con puentes de madera sobre el río Aiguamog y ventanas de madera. Allí tomamos un refresco y la camarera, de Sevilla, estuvo un rato charlando con nosotros cuando vio que éramos de Granada. Pedro llevaba la equipación del Mundial de Sierra Nevada de 2005.

- Hoy (en diciembre de 2020, he encontrado en un blog una descripción de esta ruta aunque el autor la hizo al revés, salió de Arties, paso por los baños de Tredós, subió al colado por la pista de piedras y bajó desde el collado de Prüedo por el Luseron  hasta el río Artiles y de   nuevo a Arties. Dice que son 32 kilómetros. Lo que yo digo, corta pero muy intensa.  (http://fhernandezas.blogspot.com/p/5-agosto-de-2013-colomers.html).

Desde allí la bajada era por asfalto, pasamos junto al embalse del río Aiguamog y allí también paramos un momento. Llegamos a Salardu y por la carretera nacional hasta Arties. Pedro llevaba la bici pinchada y allí nos ayudaron a cambiar la rueda. Nos tomamos los bocatas en el parquecito donde había una terraza de un restaurante y volvimos con la furgoneta al Hostal Tina, a casa.

Ducha, relax y furgoneta, sin bici, a Viella. Hoy había una feria de la artesanía, tan medieval y tan artesana como las que hacen la gira por nuestros pueblos, allá abajo,  en Albolote o en Santa Fe. Bastante falso y artificial. Cuando estábamos paseando entre los puestos de queseros, panaderos, artesanos de la piel y otras gaitas nos cayó otro tremendo aguacero y cuando por fin paró y salimos de aquel laberinto, nos fuimos a ver los Museos de Viella, el del Valle de Aran y el de la Fabrica de Lana.

Domingo 16 de julio Pla de Beret y los pueblos del camino – Furgoneta y bici

Como hicimos ayer, metemos las bicis en la furgo y nos vamos para Arties pero hoy con una ruta diferente. A la tercera va la vencida, hoy por fin hemos llegado al Pla de Beret. Pero eso si que fue solo subir por subir. Estuvimos allí el tiempo justo para tomarnos un acuario y una barrita ver el telesilla funcionando, ver el aparcamiento de las pistas de esquí, hoy solo con dos coches, hace runas fotos de los aiguamolls o borreguiles que se dice por aquí, y ver el nacimiento del Rio Noguera Pallaresa en una fuentecita con tres cañitas metálicas – ¿será el tripartito? Hice otras fotos en el nacimiento del Garona. Este corre hacia el noroeste, y el Noguera Pallaresa hacia el sur. Uno va hacia el Atlántico y otro hacia el Mediterráneo y solo había unos trescientos metros de distancia entre las dos fuentes, entre ambos ulls –ojos. Estamos justo donde se cambia la vertiente.

A la bajada de Beret, pasado Baqueira, hemos hecho peregrinaje por pueblos y aldeas de toda esa zona para visitar las iglesias.  La primera estaba en el pueblo de Baguerge, que estaba a unos 2 kms y a unos 200 ms de alto sobre la carretera. Así que ya que habíamos bajado la gran cuesta, pasado Tredós, y antes de entrar en Salardu volvimos a subir cogiendo una carreterilla justo al lado del Albergue de la Generalitat. Baguerge está en un lugar privilegiado, como casi todos los pueblos del Valle, y aunque solo vimos la iglesia por fuera y estaba como hecha con restos de otras iglesias, el paseo hasta allí mereció la pena,

Una bajada rapidísima por la pendiente y porque volvió a aparecer la amenaza de lluvia hasta que llegamos a Unha y visitamos una iglesita junto al cementerio con una puerta muy sencilla y un Crismón tallado directamente en la pared. También estaba cerrada porque como decía uno del pueblo, —Es domingo y los domingos ni la enseñan ni la abren ¿para qué?

Una brevísima bajada a Salardu y visitamos su maravillosa iglesia, la más grande de todas las del valle que hemos visto, con un gran arco vacui en el exterior. Iglesia de San Andrés, planta y portada románica. Torre de defensa y cementerio al lado e interior y ventanales góticos. Un precioso prado verde hacía que apeteciera quedarse un buen rato en aquel lugar. Pero solo hice unas fotos y salimos para la última iglesia, la de Gessa. La iglesia no tenia cubierta pero tampoco parecía un edifico interesante. Hice fotos de la plaza mayor y de algunos edificios y regresamos a Arties a por la furgoneta. Una cerveza en una bonita terraza junto al Garona. Paramos por el camino para tomarnos nuestrso bocatas antes de llegar a Bossòst.

Hemos terminado con nuestras rutas ciclistas en el valle de Aran.

Tarde – Nos fuimos con la tormenta y con la furgoneta a Francia.  Bossòst está a solo ocho kilómetros de la frontera y hoy decidimos entrar en Francia.

Como salimos pronto de viaje, encontramos abiertas todas las tiendas para los franceses de Bossòst y Les sobre todo los supermercados donde ellos compran cervezas y vino por cajas y el Ricard en garrafas de cinco litros. Un poco mas allá de Les hay un centro comercial con un inmenso supermercado solo para los franceses. Cuando volvimos de Francia entramos a echar un vistazo.

Esta tarde hemos salido de España, del valle de Aran y de los Pirineos. La primera parte del camino circulábamos junto al río Garona cada vez más caudaloso por un valle precioso. Pasamos junto por los pueblos de Fos y Saint Beat y llegamos a Saint Bertrand de Comminges.

Hemos ido a visitar este pueblo porque cuando el día 15 por la tarde fuimos a Viella, Pedro se fijó en una foto de un claustro románico de este monasterio y pensó que estaríamos cerca de aquí. Vimos en el mapa que era así y hoy nos vinimos.

Llegamos a esta pequeña ciudad amurallada en lo alto de un cerro. Abajo se ven un montón de restos de la primitiva ciudad romana, y otro pequeño pueblo. Subimos a la colina, entramos en la muralla y paseamos por las calles estrechas y pintorescas y vistamos la gran Abadía de Saint Bertrand  que tiene partes románicas, góticas y renacentistas. Era precioso y yo hice un montón de fotos, pero estaba lloviendo y no paseamos mucho más. Nos volvimos pronto de Francia y fue cuando entramos en el supermercado de Les y compramos algunas cosas pintorescas, como setas desecadas, que vendían en paquetones enormes. No compramos mucho porque nuestras vacaciones no han terminado.

Lunes 17 de Julio  Excursión andando por algunos pueblos del Valle

Nuestro último día en el valle de Aran lo dedicamos a recorrer algunos de los pequeños pueblos que habíamos avistado de lejos o de cerca durante nuestras rutas ciclistas. No escribí la crónica de este día entonces y para hacer el recorrido me guiaré por las fotos que hice a lo largo de nuestro camino.

Salimos de Bossòst y por el camin Reiau llegamos a Era Bordeta. Desde allí subimos (no se por donde porque no encuentro el camino en el mapa de Google – Pedro dice que subimos por una escarpada vereda que vimos cuando íbamos por la carretera nacional) hasta Arres de Jos un pueblecito con un puñado de casas de piedras y tejados de losas de pizarra muy bien arregladas y vimos el lavadero, aun sin arreglar , muy primitivo y abandonado.

Dejamos Arres de Jos y nos dirigimos a Arres de Sus. En mitad de la ladera y con unas maravillosas vistas del valle, la Iglesia de Sant Joan d’Arres y su cementerio aledaño vigilaban el pueblo que acabábamos de dejar. La iglesia está en medio de los dos pequeños pueblos y el cementerio es común a ambos. Estaba en muy malas condiciones, casi a punto de derrumbarse. Ahora he leído que la han restaurado  por fin.

Desde allí fuimos a otro pequeño pueblo, Arres de Sus, y desde allí subimos a Vilamós.  Fue en este camino donde encontramos un corzo muerto a un lado de la vereda así que cuando llegamos al pueblo buscamos a alguna persona que se hiciera cargo del asunto.

En Vilamós visitamos la casa de Joachinquet. En una de las buenas casas del pueblo habían instalado toda una exposición etnográfica de utensilios, muebles y todos los objetos que se utilizaban antes en la vida de los pueblos del valle. Éramos los únicos visitantes de aquel museo, pero era una visita interesante. Lo que no pudimos ver por dentro fue la iglesia. Era una pena porque la Iglesia de Vilamòs si que era interesante. Tenía unas pequeñas figuritas romanas incrustadas en las paredes muy curiosas, pero ya le hice fotos cuando pasamos por allí con la bicicleta. Al menos si vimos el lavadero de Vilamós.  Dejamos Vilamós y subimos a ver la ermita de Sant Miqueu, que también vimos desde lejos con la bicicleta. Hoy llegamos a la ermita y la pudimos visitar por dentro y desde la puerta vimos la zona de picnic donde habíamos parado las bicis, junto a la fuente que tenía hipo. Más maravillosas vistas.  Desde allí nos fuimos a Begos, lavadero e iglesia,  y más tarde a Benos,  donde visitamos la iglesia y el cementerio. Por fin volvimos a Bossòst.

Fin    página de referencia para las iglesias : www.visitvaldaran.com


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