Jueves, 19
de julio Primer
día de relax y vacaciones.
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La fortaleza de los españoles
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Las balas de los cañones
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Un taxi nos llevó desde nuestro hotel a Houm Souk. Nos dejó en una gran explanada cerca de la orilla del mar,
junto a la Fortaleza de los Españoles,
un autentico castillo construido para defender la ciudad contra los ataques de
los turcos, quienes finalmente conquistaron la ciudad y echaron a los españoles
de allí. Están restaurándolo pero pudimos visitar algunas salas y ver las balas
de piedra allí almacenadas.
El castillo era interesante y las vistas hacia la
bahía eran muy bonitas, el mar estaba totalmente en calma, se veían algunos
barquitos de pesca a lo lejos. El calor era tolerable y el paseo fue
agradable.
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El expositor de la ropa
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Cuando
salimos de la Fortaleza paseamos tranquilamente por el mercadillo situado en la explanada
donde nos había dejado el taxi. Era un mercadillo autentico y local, no para
turistas. Algunos comerciantes habían colocado su mercancía en el suelo y otros exponían la ropa colgada de los árboles. también había
también tenderetes y puestos de especias, ropa, cerámica, comida, música y toda
clase de cacharros y útiles de cocina. Todo era muy barato y muy popular.
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Un zumo de naranja, por favor |
Pasamos
el resto de la mañana en la ciudad. Ya hacía muchísimo calor y yo sudaba todo
el rato, pero era más tolerable por las callejuelas del zoco donde dimos
vueltas y vueltas como si fuera un laberinto; pasábamos una y otra vez por las
mismas callejas, esquinas y tiendas. En un cafetín encantador nos sentamos un
rato bajo las adelfas y los arboles en un rincón fresco entre turistas y
locales a tomar un zumo de naranja recién exprimida. Allí recuperamos fuerzas
para seguir con el paseo, las fotos y las compras.
Esto
de las compras lo lleva Pedro que es quien sabe regatear. Compramos una pulsera
de plata labrada y un collar de lapislázuli en una joyería judía. El hombre nos
pidió 200 dinares al principio y finalmente pagamos 130. Al final no sabes quién
se queda con quién, como siempre.
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¡Me lo compraría todo! |
También compramos una tela grande blanca, una especie de lienzo
con cintas de colores cosidas en el borde a modo de cenefa, que son las telas que usan todas las mujeres de Djerba
para envolver su cuerpo cuando salen a la calle y también las usan como tapetes
de mesas y muebles. Las hay por todos sitios y son alegres y preciosas, yo ahora la uso para ir a la playa.
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El Albergue Juvenil |
Yo
hacía fotos todo el tiempo de todo lo que veía a mi alrededor, todo me
encantaba y me llamaba la atención y me lo quería llevar en mis recuerdos y en
mi corazón.
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Color azul de Túnez |
Fotografiaba las esquinas, las ventanas, los rincones, los puestos
del mercado de Houm Souk. Me parecían preciosas las casas pensiones, una
especie de fonda donde todas las habitaciones se distribuyen alrededor de un
patio central en la planta baja y con una galería corrida en la primera planta,
como las corralas de vecinos, o las ventas antiguas.
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Otro balcón azul |
La mayoría de estas fondas se han reconvertido en
hotelitos y en una de ellas estaba el Albergue Juvenil. Pintadas de blanco con
las ventanas y puertas en el color azul típico de Túnez, con adelfas rosas y
blancas plantas en las macetas del patio, eran tan fotogénicas que no podía
parar de hacerles fotos.
Para
volver al hotel cogimos un taxi de nuevo. Fue fantástico no tener que regatear,
¡nos cobró justo lo que marcaba el taxímetro!
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Una de las mezquitas de la ciudad |