domingo, 6 de febrero de 2022

En mitad de la nada

Viernes 14 de septiembre 2001 - Durante un intercambio con Malmo Latinskola - Suecia
En mitad de la nada
 Maud me llevó a la estación de tren que está cerca de su casa y lejos de todos sitios, exactamente en mitad de la nada. Fuimos por una recién estrenada autovía hasta un complejo de edificios modernísimos: la nueva estación de Malmo por donde pasa el tren que viene de Copenhague por el nuevo puente.
Ahora no hay nada más que una estación vacía: arcenes al aire libre, ascensores,  vestíbulos y nada más.  Era algo de película de ciencia ficción o quizás de película de Bergman que para eso estaba en Suecia. Pensé en este director porque tenía la sensación de una gran soledad.

Iba muy despistada y me bajé del tren en la estación siguiente a la del aeropuerto Copenhague-Kastrup  pero esa no era la mía. Tuve que esperar al siguiente tren para llegar por fin a la estación central de Copenhague. Busqué un periódico en español o en inglés porque los ataques contra las torres gemelas habían sido tres días antes y yo aun no había podido leer nada sobre el tema, y no conseguía entender las noticias en sueco en la televisión.
Salí de la estación y crucé la calle para ir a la Oficina de Turismo. Una amable señora me dio una guía de la ciudad, planos y toda clase de explicaciones. 
Tras un breve paseo llegué al museo que yo quería visitar: la Gliptoteca Carlsberg (como la cerveza). Tenía el dinero justo para entrar.  Pasé mas dos horas porque me lo tomé con mucha tranquilidad e hice muchas fotos.  No me tomé ni un café porque no tenía ni una corona danesa.
 
El beso
Los Burgueses de Calais

Pensaba que volvería a Copenhague al día siguiente sábado con Maud y ya vería entonces otras cosas de la ciudad.  Disfruté mucho viendo las esculturas más famosas de Rodín. pensando que eran algo muy especial. 
En Londres
Mas tarde supe que hay reproducciones de estas esculturas en muchísimos museos, plazas y otros lugares públicos en todo el mundo y pensé que había perdido mi poco tiempo en Copenhague viendo algo que podría contemplar en cualquier otro sitio mas cerca de Granada.  
 
Una calle de Granada
Pero también me gustó pasear tranquilamente por el jardín de invierno y  por la colección de pinturas, donde volví a casa durante unos minutos con un cuadro de vistas  del Albaicin
 Con las pocas coronas suecas que Maud me había dado había podido entrar en el Museo y con la Visa en la tienda del museo, normalmente uno de mis sitios favoritos, compré unas postales, un colgante de cristal y un libro de arte en inglés para Araceli. 
 
 Desde allí me fui a la calle peatonal a ver tiendas pero ya estaba muy cansada, saqué dinero en un cajero y me fui a comer al Rif-Raf, al restaurante mediterráneo autoservicio que nos enseñó Maud.
Nuevas alas del museo
Nuevas alas del museo
 Después de comer lo de siempre: varios tipos de ensaladas, humus, quesos, verduras y cosas así porque es mediterráneo pero vegetariano, me fui de compras. 
En Ilium, una tienda muy elegante y muy cara, me compré unas flores de tela preciosas  que aun conservo en buen estado. Compré una alfombrilla de ratón y unas libretas de diseño muy moderno en una tienda de diseño y por ultimo llegué a la plaza Kongens Nytorv, la de los adoquines en el suelo,  y frente al Hotel d’Anglaterre había una fantástica exposición al aire libre de fotos enormes tomadas desde el aire, La tierra desde el cielo a las que yo también hice fotos.
Plaza Kongens Nytorv
Exposición de fotos enormes
Fotografié el canal de las casas de colores
Nyhaven, y encontré la tienda de artículos marineros donde ya había estado con Pedro cuando vinimos en 1997. Allí le compré en esta ocasión una preciosa brújula para que no se pierda.
La brújula danesa
Nyhaven
 Cogí el barco por los pelos y volví a Malmo.
No pude volver con Maud el sábado como habíamos planeado porque ella estaba ocupada. Lo sentí porque me gusta mucho esta ciudad. Hay tantas cosas que ver y yo me había pasado la mañana en un museo….

 

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